“AUNQUE HAY ASPECTOS POSITIVOS EN UNA RELACIÓN CON ALGUIEN CON TDAH, TAMBIÉN HAY ASUNTOS QUE PUEDEN PLANTEAR PROBLEMAS”, DICE ROBERTO OLIVARDIA, PSICÓLOGO CLÍNICO Y MONITOR CLÍNICO EN EL DEPARTAMENTO DE PSIQUIATRÍA DE LA HARVARD MEDICAL SCHOOL.
Por ejemplo, gestionar la casa puede ser una fuente de tensiones entre ambos cónyuges. “El esquema típico es que el cónyuge sin TDAH acabe asumiendo cada vez más carga de trabajo, mientras que el que tiene TDAH se siente cada vez más criticado y ve que no es capaz de hacer nada bien”, sostiene Ari Tuckman, psicólogo y autor de “More Attention, Less Deficit: Successful Strategies for Adults with ADHD” y “Understand your brain, get more done” (no editados en castellano).
El cónyuge sin TDAH tiende a malinterpretar la conducta de su pareja. Esto puede llevar a pautas de conducta más problemáticas. Como dice Tuckman, cuando el cónyuge con TDAH se olvida de comprar la leche por enésima vez, esto se convierte en “Lo que pasa es que no ha querido.” “Cuando creemos que hace estas cosas adrede, tendemos a reaccionar con ira, lo que pone a la otra persona a la defensiva, y puede que entonces sí empiece a hacerlas adrede”.
Del mismo modo, cuando el cónyuge con TDAH se distrae durante una conversación, el otro puede pensar que realmente no quiere prestarle atención, lo que le hace sentirse ignorado o menospreciado, dice Olivardia.
Crear intimidad puede suponer otro reto, ya que requiere que ambos cónyuges estén en la situación, añade. “Te puede parecer que [tu pareja con TDAH] está en cualquier lugar, menos aquí.”
En otras palabras, ciertas acciones y circunstancias “se pierden en la traducción”, minando vuestra relación.
A continuación, Olivardia y Tuckman ofrecen 10 sugerencias.
Estos indicadores que se describen a continuación, deben entenderse como un continuo, donde en un extremo se sitúan las posturas más radicales que implican riesgo y en el extremo opuesto, las posturas más radicales que indican manejo y funcionalidad. Lógicamente, cada persona y cada familia se sitúa en un punto de este continuo, un punto que en ocasiones varía, se modifica con el tiempo o las circunstancias.
Es importante que ambos cónyuges os informéis sobre el TDAH. Algunas cosas que crees que tu pareja hace adrede son a menudo síntomas de su trastorno. Aprender sobre el trastorno puede evitar que lleguéis a conclusiones erróneas.
Para el cónyuge con TDAH, este aprendizaje abre una ventana a miles de estrategias eficaces para controlar síntomas como la distracción y la impulsividad. (También es importante que te asegures de estar recibiendo el tratamiento adecuado.)
Según Tuckman, debes preguntarte ¿Qué situaciones maneja bien y qué situaciones le cuesta controlar? Por ejemplo, si quiere que se le recuerde algo, ¿cuál es la mejor manera de hacerlo?
El cónyuge sin TDAH puede llamar al otro “perezoso, desconsiderado, egocéntrico o inmaduro”, dice Olivardia. Una vez más, aprender sobre el TDAH ayudará a entender mejor cómo funciona éste. Lo que parece pereza, por ejemplo, es en realidad una limitación en las funciones ejecutivas, que afecta a la capacidad de una persona para iniciar y completar una tarea (de cualquier tipo, desde organizarse a mantener la atención).
Suele ser muy útil para el cónyuge sin TDAH participar en el tratamiento de su pareja. “Pueden, por ejemplo, aportar sus observaciones para ayudar al médico a ajustar la medicación, o acudir juntos a terapia, para conseguir satisfacer las necesidades de ambos”, dice Tuckman.
“Anima al cónyuge con TDAH a ser consciente de sus rasgos y cómo algunos de ellos pueden afectar a vuestra relación”, dice Olivardia. Por ejemplo, al hablar con tu pareja, plantéale cada síntoma de TDAH con un lado positivo y otro negativo.
Olivardia pone este ejemplo: “Tu necesidad de estímulos tiene sus ventajas, pues encuentras los sitios más divertidos cuando salimos. Sin embargo, esa misma necesidad de estímulos te quita concentración cuando hablamos en serio”.
“Es importante que la persona TDAH entienda que no se trata de modificar su personalidad, sino de intentar cambiar algunas formas de hacer las cosas”, dice Olivardia.
Mientras uno friega los platos, el otro puede lavar la ropa. “Esto da al cónyuge con TDAH un grado de responsabilidad”. Cuando hayáis terminado, “haced algo divertido”.
Si no podéis hacer las tareas a la vez, programadlas. “Haced una lista de qué tareas hay que hacer, cuándo y por quién”.
“Una relación de pareja requiere esfuerzos; es importante mantener la diversión y la emoción”, dice Olivardia. Haced que cada uno escoja por turno una actividad nueva, al menos una vez al mes. Puede ser de cualquier tipo, desde bailar salsa hasta ir de acampada.
Los cónyuges con ADHD pueden necesitar mayor estimulación, incluso en las situaciones más excitantes, dice Olivardia. El cónyuge sin TDAH puede mejorar la atención de su pareja añadiendo estímulos sensoriales. “Enciende una vela, pon música, o compra sábanas extra suaves… Hablar y mantener el contacto visual también es importante para mantener a alguien con TDAH en situación”.
Hablad regularmente sobre lo que hay que hacer, aconseja Tuckman. “Tened la mentalidad de estar en el mismo equipo, en vez de pensar en una situación de “suma cero” donde, para que uno gane, el otro tiene que perder.”
El TDAH puede hacer difícil vuestra relación. Sin embargo, solucionar los problemas que van apareciendo, mantener el entusiasmo y disfrutar con vuestra relación puede ser de muchísima ayuda. Como dice Tuckman, “No hace falta que volváis a inventar la rueda y tratéis de averiguar todo por vuestra cuenta”. Probad estas estrategias, buscad información sobre TDAH en la pareja y pensad en buscar asesoramiento.
ESCRITO POR MARGARITA TARTAKOVSKY, M.S.
TRADUCIDO Y ADAPTADO POR LA DRA. ELENA DÍAZ DE GUEREÑU
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Sonia Barbero Pascual
Excelente trato.
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